Se levantaba muy sosegada, se ponía sus sandalias, habría la puerta y le daba gracias a Dios por su vida. Daba unos cuantos pasos para llegar al lugar donde cocinaba. Lentamente buscaba entre los pedazos de leña algún ocote, su fósforo y pedacitos de astillas para juntar fuego. Luego cocinaba sus sagrados alimentos. Así empezaban las mañanas de doña Nicolasa, una mujer excepcional.
Su rostro denotaba cansancio, fatiga, debilidad y agobio; pero a la vez alegría, satisfacción y pureza. Sus ojos negros y la mirada profunda confundían a cualquiera. Sus arrugas me hablaban de su pasado me describían los años maravillosos que vivió, su piel morena era como las rosas, aunque marchita, siempre bella y con un grato aroma.
Nicolasa era de estatura pequeña, escuchaba perfectamente siempre con atención. Asiduamente sencilla, educada y muy tímida. En su cabeza habían muy pocas canas, "casi nada" diría yo. Era inusual verla con el cabello suelto ya que la cinta verde de seda le envolvía siempre sus trenzas.
La acompañaba siempre una detestable tos, seca, que se hizo por muchos años parte de su personalidad . Sus manos pequeñas y arrugadas , en ellas habían diminutos caminos marcados, muestra del duro trabajo que habían realizado.
Así era Nicolasa, una mujer indíjena, una abuela maravillosa y una madre envidiable.
Hasta pronto abuela...
2 comentarios:
Muy profundo chiquitilla, tiene mucho que dar niña, felicitaciones
ONTAZ MOTE, QUE TE HA PASADO QUE TE HAS PERDIDO, ánimo chiquitilla
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